Mostrando entradas con la etiqueta redacción. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta redacción. Mostrar todas las entradas

miércoles, 31 de octubre de 2018

HE GUARDADO EL FLOTADOR

Estamos en mitad del verano y ya he tenido que guardar el flotador. Y vosotros os preguntareis: ¿Por qué tan temprano has guardado el flotador? Por una razón muy sencilla que ahora os voy a contar.

Era una tarde de principio de agosto. Estaba con mis primos y mis hermanos y mi madre nos fue a comprar un flotador para que nos divirtiéramos. El flotador tenía una cosa que otros flotadores no tenían. Era un flotador muy grande con forma de rosquilla que brillaba. Y lo más impresionante era que podía hablar. Era mágico y nos contó muchas historias: cómo lo fabricaron, cómo lo empaquetaron y lo trajeron a la tienda.

Nos explicó que en la fábrica dónde lo inventaron también hacían robots hablantes y a él, por error, le pusieron una boca y lo hicieron hablante pensando que era un robot. 

Mis primos, mis hermanos y yo quedamos alucinados y nos hizo jurar que no lo contaríamos. Para nosotros eso era un problema, porque no nos lo podíamos creer y necesitábamos contarlo a alguien.

Pasaron dos semanas y aún guardábamos el secreto. Para nosotros era el secreto más bien guardado, pero no podíamos seguir así porqué mi madre se podría enterar de todo si el flotador empezaba a hablar. Le preguntamos cómo lo podíamos apagar y nos dijo que lo teníamos que deshinchar. Y eso es lo que hicimos, nos dio mucha pena, pero era lo más correcto. Y ahora aún sigue en el garaje esperando el próximo verano.

Nil Masferrer
2do A


lunes, 6 de noviembre de 2017

HE GUARDADO EL FLOTADOR

Ese día me desperté como un día normal, pero decidí arreglar las cajas de cosas viejas del garaje. Cuando ya iba por la décima caja, me encontré un flotador muy viejo que ya lo había usado, pero no era un flotador normal era un flotador salvavidas. Decidí ponérmelo y de repente me acordé de porqué era tan especial para mí.

Fue el verano del 2004. Aquel verano decidí ir a un crucero por el Mediterráneo. Todo fue muy bien pero el cuarto día de crucero. Llegando a Campania, en la isla de Ischa (Golfo de Nápoles) íbamos a anclar pero, antes de llegar al puerto teníamos que rodear una parte de la isla con muchas rocas. Un momento después se oyó un ruido muy fuerte, nos avisaron de que el barco se hundía y que teníamos que saltar. Yo cogí el último flotador y cuando ya iba a saltar vi una niña que aún no había saltado, pero ella no tenía flotador, yo decidí darle mi flotador y también la ayudé a saltar. Después salté yo, sin flotador, con el riesgo de ahogarme. Cuando llegué a la orilla me atendieron los servicios de emergencia. Yo estaba muy preocupado por si la niña había salido del agua. Al final decidí irme sin saber nada de la niña.


Unos días después, me llegó una caja muy grande con un sobre. Primero abrí el sobre. Era una carta de la niña y sus padres, se me salieron las lágrimas de emoción. Después abrí la caja, era el flotador con el que ayudé a la niña a salvarse, me lo había regalado en agradecimiento. Cogí el flotador y lo puse en la caja y pensé: “YA HE GUARDADO EL FLOTADOR viejo pero especial”

Jordi Lachkar 2nB


HE GUARDADO EL FLOTADOR

¡Hola! Soy Román, tengo 13 años y soy de Mérida, la capital de Extremadura. Aún que se podría decir que también soy de Cádiz, ya que cada verano viajo allí para visitar a mis abuelos y parientes lejanos. En el viaje de este año he ido recuperando felices recuerdos de la infancia, recuerdos sobre los mejores veranos de mi vida.
En el mes de agosto de 2009, los nuevos vecinos de la casa de vacaciones se presentaron en nuestra puerta con un regalo para mí. Lo abrí impacientemente cuando me encontré con un flotador deshinchado de color amarillo chillón. Era un flotador, lo sé, no era la primera vez que veía uno, pero era diferente.
Gracias a aquella visita inesperada, conocí a un niño muy especial, él era Fabio, el hijo de los nuevos vecinos. Nuestros padres se fueron conociendo mientras yo y él nos hicimos muy buenos amigos. De hecho, era el único amigo que tenía allí. Nuestros padres organizaban excursiones y barbacoas en nuestra casa, íbamos todas las mañanas a la playa con el flotador que me regalaron sus padres.
Fabio y yo nos parecíamos mucho tanto físicamente como personalmente, por eso nos convertimos en mejores amigos y pasamos verano tras verano juntos.
En verano de 2012, Fabio y yo habíamos hecho nuevos amigos, eso no nos distanció, nos unió más. Cada verano era mejor, pero yo notaba a Fabio diferente.
La última semana de verano se acercaba y era hora de decir adiós a todo lo bueno.
 Un buen día me desperté y fui buscar a Fabio a su casa, sólo encontré el flotador en la puerta. Lo busqué por todos los sitios donde Fabio y yo habíamos estado durante aquellos veranos inolvidables, pero sólo quedaba el flotador deshinchado. Mis padres me dijeron que Fabio se había ido y no volvería.

Me aferré a la esperanza de que Fabio regresase, pero nunca lo hizo. Al final, el flotador era lo que quedaba de los mejores veranos de mi vida; por eso, lo mantuve conmigo mucho tiempo, hasta que decidí que ya era hora de guardarlo. 

Joana Espriu 2nA


HE GUARDADO EL FLOTADOR

Madeline era una chica normal, hasta que una noche, antes de dormirse, se le apareció una ruleta en forma de flotador. La giraba y veía lo que iba a soñar esa noche. A ella le parecía raro, así que decidió contárselo a sus padres. Ellos pensaron que no era motivo para preocuparse, así que no hicieron nada al respecto. La siguiente noche le tocó el sueño del paraíso de los animales: pasó toda la noche entre cebras, leones, jirafas,… Seguía pasando el tiempo y cada vez algo distinto le tocaba en la ruleta en forma de flotador, todos los días sus padres le decían: ¿Que sueño has tenido hoy Madeline?

Cuandó ya había pasado un tiempo sus padres decidieron llevar a Madeline a un psicólogo para explicarle lo que le ocurría. El psicólogo dijo que no tenía de que preocuparse, que le seguiría ocurriendo día tras día.

Una noche... ¡sorpresa, no le pasó! Cuandó se levantó aquel día se lo contó a sus padres. Su madre que era la más bromista, le dijo: hija, ¿ya has guardado el flotador? refiriéndose a la ruleta de sus sueños. Desde entonces nunca más le ha vuelto a aparecer la ruleta y está feliz sin recordar lo que sueña. 


Joan Sureda 2nA




HE GUARDADO EL FLOTADOR

Siempre me han dicho que soy una niña positiva .Me gusta un montón hablar con mi familia en un idioma que nos inventamos. Usamos palabras que en la vida real se usan para otras cosas, por ejemplo: la jirafa me ha enseñado las sumas, es igual que: la profesora me ha enseñado a restar. También nos ponemos motes entre mi familia, que somos mi hermano pequeño al cual llamamos estrella, porque de mayor quiere ser una estrella del futbol. También está mi madre, a la que llamamos “la vendas”, porque siempre se está haciendo daño. Luego está mi padre, al que llamamos “flotador” porque de pequeño quería ser socorrista. Y solo quedo yo, que me llaman “cactus” porque cuando quiero estar sola o me enfado, siempre me hago como una especie de “cápsula”, (que es como nosotros llamamos cama) y si alguien me molesta le pego con un cactus.
En fin, hace unas semanas, hice mi decimocuarto cumpleaños, es decir que tengo catorce años. ¡Y por fin me regalaron un móvil! Estoy súper contenta porque ahora puedo hablar con mis amigos y amigas del colegio. Pero lo más importante es que puedo hablar con mi tía Cristina, (Bueno yo la llamo Cris) que es doctora. ¡Y también mi ídolo! A demás ahora mi tía Cris ha aprendido a hablar en “nuestro idioma” y puedo hablar con ella usándolo.
Pero esta historia no es una historia feliz sobre mi familia y mi vida perfecta. No, esta es la historia de cómo mi vida se destruyó en un día.
Aunque el principio de la historia se encuentra 4 meses atrás de la actualidad. Cuando mi madre nos contó a mí y a mi hermano que mi padre tenía cáncer de pulmón. Entonces fue cuando hospitalizaron a papá, pero la parte buena es que era mi tía Cris era quien le cuidaba.
El día 12 de octubre fue el día en que pasó todo:
Mi hermano y yo estábamos llegando a casa después de estar en el colegio, cuando mi madre salió corriendo hacia la calle. Parecía alterada, y pude ver lágrimas escondidas en sus ojos. Nos dijo a mi hermano y a mí que no saliéramos de casa por nada. Entonces pensé que ese día podía ser el día en el que tanto había estado intentando no pensar.
Pasaron varias horas, cada minuto que pasaba sin saber nada me ponía mas nerviosa, e incluso se me escapó un grito de el estrés y la tensión. De pronto mi móvil vibró. Era mi tía Cris, me enviaba un mensaje que decía: “He guardado el flotador”.
Ahora me doy cuenta porque dijo “guardado”, y es porque cuando tú guardas una cosa no siempre la guardas eternamente, tal vez al algún día recordarás que está allí. Y es que yo tengo a mi padre “guardado” en mi corazón.


                                                                                                     Maria Cantín 2nB


HE GUARDADO EL FLOTADOR

A veces, cuando el viento se levanta, aún recuerdo las tardes de verano de mi infancia, especialmente aquella que empezó con un extraño descubrimiento. Era un redondo y transparente objeto, blando y con un agujero en el medio. Le pregunté a mi padre de qué se trataba.

- Seguramente es otro objeto de los humanos, Oeillet.
- Si, supongo… ¿pero mañana puedo averiguar qué es?
- De acuerdo, pero recuerda no acercarte mucho a los humanos. Ya sabes que nosotros, los diminutos, somos tan pocos por su culpa. ¡Ah!, y recuerda preparar las cosas para la mudanza.
- ¿Seguro que tenemos que mudarnos? A mí me gusta esta casa, y además tendremos que rodear el río para poder cruzar y esto es mucho tiempo.
-Y cuando derriben la casa, ¿dónde nos esconderemos? No podemos estar aquí o nos quedaremos enterrados. Por eso buscaremos otra casa.

Nunca me había alejado de esa casa, y me daba miedo hacerlo. Pero conseguí dormirme.
Al despertar, solo quería ir a buscar el extraño objeto que había visto en una de las habitaciones de la casa vecina. Pulgas, el perro de la casa, correteaba por el jardín. Me agarré a su pata y, después de una corrida impresionante, llegué a la habitación del niño.
Busqué el objeto, hasta encontrarlo sobre la mesa. Pensé una forma de subir i vi el cable de la lámpara, así que lo usé para trepar hasta él. Entonces, Pulgas empezó a ladrar, y de repente el niño entró en la habitación.

- Mirabas el flotador ¿verdad?
- ¿Así es como se llama ese extraño objeto? – Le miré respondiendo no del todo convencida.
- Sí, sirve para flotar sobre el agua, es muy divertido.
- Si pudiera tener el flotador -pensé-, podríamos cruzar el río sin problemas, y ganaríamos mucho tiempo.
- ¿Por qué eres tan pequeña?
- ¿Me darías ese flotador? – Le pregunté ignorando su pregunta.
Sonrió.
- Sólo si me dices tu nombre. Yo soy Marco.

Dudé, pero finalmente le dije mi nombre.
Esos días antes de la mudanza, los pasamos juntos, además, Marco me enseñó a usar el flotador. También aprendí que no todos los humanos son malos, como decía mi padre.
Cuando nos mudamos de casa, no nos volvimos a ver nunca, pero es por es que tengo ese trozo de plástico, tan peculiar que consiguió hacernos conocer. Lo he guardado todo este tiempo, solo para no olvidar, lo que un día pasó.


Anna Torra 2nB


HE GUARDADO EL FLOTADOR

Todo niño nace con un flotador, pero no el típico flotador de verano que se hincha y con el que se aprende a nadar. Este es un flotador diferente, un flotador como lo diría... invisible. Este flotador es con el que he crecido y con el que he aprendido a superar retos, problemas de la vida, pero que poco a poco he ido superando. Este flotador simboliza la protección que nos dan los padres durante toda la vida. No solo nos ayudan los padres sino que también nuestros amigos, abuelos...
Ahora ya tengo una edad en la que tengo que aprender a valerme por mi misma y dejar de lado ese flotador que no solo me ha ayudado a superar retos sino que también me ha ensañado a confiar en mí. Ahora ya soy una nueva yo, una persona trabajadora que cree en sí misma y que ya no necesita uno de esos flotadores que nos protegen. Ha llegado la hora de “deshinchar” el flotador y guardarlo para recordarlo siempre como el flotador que me ayudo a ser quien soy.


CARLA LIMORTE 2nB


lunes, 8 de febrero de 2016

LA FELICIDAD

La familia de Juan era una familia humilde y trabajadora. No tenían grandes cosas pero eran felices. Pero un día todo cambió.

El padre de Juan perdió el trabajo y con lo que su madre ganaba no tenían para mucho. Pero cada día había sonrisas y buenas palabras en casa. Luis y María tenían claro que la felicidad no dependía solo del dinero y aunque la situación económica en casa era penosa intentaban que Juan fuera un chico feliz. Un día María fue al mercado y la pescadera le ofreció un número de lotería. María se lo agradeció pero le comentó: “ ! Este año no gracias! ”. No puedo gastar el poco dinero que tenemos. La pescadera, se emocionó y le dijo: ¡Este año invita la casa! Por todo el pescado que me comprarás cuando te toque. María le sonrió y se dirigió hasta casa. Dejó el número sobre la mesa. No se acordó hasta el día de Navidad. Lo cogió y se sentó delante de la televisión, a ver el sorteo. Y de repente sonó una vocecita que decía: el cinco, el ocho, el tres, el cinco, el uno y finalmente el cero… 

Era su número. La suerte había llegado. Aunque la felicidad nunca había desaparecido de su casa. Eran ricos, felices, estaban sanos, lo tenían todo. Pero nunca olvidaran su mala racha. Cada día que iba al mercado le daba una sonrisa gratis a la pescadera. 

 Sergi Roca, 2n A ESO

miércoles, 3 de febrero de 2016

UNA PERSONA ESPECIAL

Los lunes eran odiosos, pero no odiosos como para todo el mundo, eran realmente para mí. Cuando llegaba el domingo por la noche mi cuerpo se paralizaba, y mi mente empezaba a trabajar rápidamente para buscar una solución al gran problema que estaba amargando mi vida. 

Mis padres me notaban muy nervioso los domingos por la tarde, pero yo jamás les expliqué el problema. Tenía ocho años y me consideraba lo suficiente mayor y listo para superarlo yo solo. Pero el tiempo pasaba… Llegar a la escuela era un agobio diario. Se reían de mi, me amenazaban… creo que en todo el año no me comí el desayuno. Me lo quitaban. No eran muchos. Solamente dos. Los demás les ayudaban, no lo impedían. Era como normalmente se denomina el pringado de la clase. Al principio intenté ser amable, educado. Les regalaba cosas pero… era peor. Esos pequeños eran malvados, egoístas y malas personas. No podía entender tanta maldad en unos cuerpos tan pequeños. Rebosaban odio. Mis profesores no se daban cuenta. Pero de repente mi vida cambió.

Era lunes y como siempre llegué a la escuela asustado. Pasó lo que menos me esperaba, lo más bonito que me había pasado jamás. Juan el profesor de mates nos presentó a una nueva compañera. Era tibetana. Sus padres la habían abandonado y después de pasear por las calles llegó a un orfanato. Ahora sus padres eran Aina y Luis, una familia catalana. Era preciosa su sonrisa y su mirada era la mas bonita del mundo. Tenía una mirada noble, firma, de buena persona. Una mirada que al cruzarse con la mía provocó una sonrisa en mí. Se sentó a mi lado. Y de repente sonó el timbre, era la hora de salir al recreo. No me acordé de los pequeños tiranos. Solo tenía ojos para Marina. 

En el recreo me explicó su história, su terrible história. No tenía nada que ver con mi problema. Lo mío no era nada comparado con lo que había sufrido ella. Y sonreía. Así que cuando uno de los pequeños torturadores se acercó a mí, le miré, le sonreí y le dije: ‘’hasta nunca’’.

Raúl Martínez, 2n B ESO
 

UNA FAMILIA

Mi angustia y soledad resbalaban por las paredes de una habitación oscura y húmeda. De donde llamaban orfanato, pero para mi era una cárcel , de donde hacía años que no salía y padecía. 

No tengo a nadie a quien abrazar, ni con quien poder derramar una de mis lágrimas de pena que tengo dentro de mi. Solo intercambiaba miradas con las cientos de familias que nos visitaban para hacer feliz a alguien de nosotros. Últimamente ya nadie quería verme. No les interesaba una chica de quince años. 

Los días cada vez se hacían más largos y el único ruido que se escuchaba era el de mi corazón y el llanto de la impotencia que sentía. Por las mañanas iba a mías clases y por las tardes escribía mis propias historias imaginándome cómo sería tener una familia; unos padres, un hermano, unos abuelos... Alguien que me dedicara un “te quiero” o con quien me pudiera sentir protegida. 

Oía el timbre de los que llamaban a la cárcel, para dejar niños inocentes el resto de su vida en un orfanato o el timbre de los que se disponían a cuidar de uno de ellos.¡Y de repente sonó! alguien llamó a la puerta. 
 
Era una mujer de unos cuarenta años que no había visto nunca y la cual me sorprendió verla. Tenía una mirada de ilusión y esperanza que contagiaba. Me dijo que se había encontrado una de mis historias, le parecía que tenían mucho sentimiento y que eran preciosas. Nunca había escuchado unas palabras tan bonitas y se me llenaron los ojos de felicidad. 

Estuvimos hablando un buen rato que fueron como dos segundos. Me preguntó si me gustaría que fuera su hija y aunque era madre soltera, me cuidaría y mimaría con mucho amor. En un abrir y cerrar de ojos mi luz propia perdida en el rincón de otro planeta, volvió a mi. 

Estel García, 2n B ESO

 

AÑOS PERDIDOS

Gertrudis tenía noventa y sus hijos la llevaron a un geriátrico. Era demasiado mayor para vivir sola y sus hijos tenían demasiado trabajo para cuidarla y estar con ella. En el geriátrico Gertrudis perdió la alegría de vivir, hasta que un día su memoria le ofreció un regalo, el mayor regalo de su vida, se acordó de su amiga de la infancia, Juanita. Estuvo durante una semana recordando sus salidas en bicicleta, sus idas y venidas en el río, sus filtreos con los chicos… Habían sido los mejores años de su vida. 

Habían pasado setenta y cinco años y seguía recordando cada gesto, cada mirada, cada sonrisa, el tono de su voz… ¿Cómo había podido estar sin ella durante tantos años? Se había casado, había tenido hijos, nietos… ¿Qué habría sido de Juanita? Así que empezó a llamar a sus hijos que hicieran todo lo posible para localizar a Juanita.

Ella sabía que le quedaba poco tiempo de vida y no quería irse sin volver a ver a su amiga. Pasaban los días y sus hijos no conseguían localizarla. Hasta que de repente sonó “toc, toc, toc”, se abrió la puerta y allí estaba Juanita. Era increíble; su misma cara, su misma sonrisa, su misma mirada. Estaba igual, o al menos así la veía Gertrudis. Se acercó, le cogió la mano y en aquel momento volvieron a ser aquellas adolescentes que disfrutaban de cada día como si fuera el último. 

A Juanita la vida no le había ido mal, pero ahora vivía sola. Le ofreció a Gertrudis pasar los últimos años de sus vidas juntas. Habían perdido demasiado tiempo. Gertrudis aceptó, y ahora son dos centenarias entrañables que se cuidan la una a la otra, que se ríen, que pasean y que filtrean con algunos ancianos del parque. Porque al final los años pasan, pero la esencia de las personas resiste. 

Alba de Amaya. 2nB ESO


MI ÚLTIMO DÍA

Y de repente sonó una alarma que nunca antes había oído. Entreabrí los ojos y vi que me encontraba en una especie de camilla que parecía la de las consultas de los psicólogos. Con los ojos más abiertos me fijé con unos hombres con unos trajes extraños, me vigilaban muy de cerca. Me senté con las piernas colgando. 

Llevaba puesto un camisón blanco que se cerraba por detrás con botones. Me ardía detrás de los ojos y me pesaba todo el cuerpo. Se me acerco un hombre que llevaba una gran máscara ‘’antigas’’ y unos trajes como los hombres de antes. Me dijo que al parecer tenía un raro virus en el que solo se había dado dos casos en el mundo. Seguido de eso procedió a inyectarme un líquido en el cuello. Sentía como ese líquido recorría todo mi cuerpo, era frío y me producía escalofríos. 

Unos hombres altos y fuertes me cogieron por el brazo y me llevaron hasta una sala con una máquina en una pantalla en ella. Al parecer era una máquina de rayos X, en el que veían como reaccionaba el virus ante el líquido anterior. 

El virus reaccionaba de forma agresiva, a la vez que me producía un fuerte dolor en el estómago. De pronto caí redondo en el suelo. Estaba despierto, pero no sentía mi cuerpo. Ese líquido, a parte de ser útil para los rayos X, también dormía mi cuerpo. Ese grupo de hombres me engañaron, oí que querían matarme aprovechando que estaba dormida, por eso decidí escaparme. 

Así que, aprovechando que los efectos del líquido habían desaparecido y que los guardias estaban distraídos me escapé por la ventana. Corrí un buen rato por el bosque de detrás del edificio y terminé delante de una cueva donde me escondí. Tenía mucho miedo y cada vez me encontraba peor y sentía que los ojos se me cerraban, vi una luz blanca al final del túnel y de pronto, todo terminó, mi vida terminó. 

Júlia Matamala, 2n A ESO



ESPERANZA

Llevaba varias horas sin escuchar su voz. Los médicos decían que le quedaban uno o dos días de vida. No estaba en coma, pero tenía una enfermedad muy extraña y grave que le había dejado indefenso. Sabía que, cuando el electrocardiograma mostrara una línea totalmente recta, querría decir que ya se habría ido. 

Me invadió el miedo. Empecé a recordar todas las veladas que habíamos pasado juntos, los te quiero que me había regalado durante todos aquellos años de mi vida, de nuestras vidas. Amaba a aquel hombre que yacía en la cama, le quería. Sería duro vivir sin él, seria duro despertarse por las mañanas y no verle a mi lado. 

La línea empezaba a decaer, a situarse en una posición que indicaba que la muerte ya le rondaba. Cerré los ojos, estuve dos minutos pensando, y de repente sonó. Un estridente pitido me hizo abrir los ojos de golpe. Miré la pantalla del electro, una pequeña montañita había aparecido. Llamé a una enfermera que a la vez llamó al médico. Todos nos quedamos en silencio hasta que el doctor de pronto exclamó algo que me hizo recobrar la esperanza, algo que me devolvió aquella sonrisa. Puede que el tratamiento hubiera funcionado

Helena Bonet, 2n B ESO 
 

EL MOMENTO

Y de repente sonó otra vez. Ese ruido extraño que bombardeaba sin parar dentro de mí, ese ruido que retumbaba una y otra vez llenando el vacío creado hacía tantos meses. Su cuerpo se apoderaba del mío, y yo, sin poder decir ni una palabra, iba parando lentamente el tiempo que transcurría rápidamente a mis espaldas, para hacer que ese instante perdurara para siempre. 

El calor de sus brazos y el olor de su perfume hacían que aumentaran los latidos de mi corazón. Intentaba susurrar un ‘te quiero’, un ‘no me sueltes’ o decirle que ‘le echaba de menos’, pero no me salían las palabras ya que la situación merecía que todo el universo callara ante ella. Cada vez que él abría la boca, mis pensamientos se alejaban lentamente y su voz era atraída por mis oídos como el canto más dulce del planeta. Me perdía en la inmensidad del tiempo hasta imaginarme un mundo perfecto, como el que era antes. Llevaba meses esperando ese momento, el momento que pensaba que no podría volver a vivir jamás.

Todas las lágrimas que había perdido tras su imposible olvido, volvían a ser parte de mi cuerpo. ¿Cómo puedes explicar algo con palabras si el corazón no quiere compartir con nadie este sentimiento? Por eso no me queda más aliento para demostrar la felicidad reencontrada después de tanto tiempo, (meses que parecen siglos). Cuando la soledad te secuestra por el camino y huyes del héroe que puede rescatarte de ella, por miedo a perderle en un simple descuido, te sientes muerto, harto, cansado, triste… y no consigues liberarte de ella. 

Martina Espriu, 2n A ESO 

UN GAS NUCLEAR

Eran las siete y cincuenta y seis minutos de la madrugada. Iba a la escuela con Pedro y Juan. Estábamos hablando de nuestras cosas, como cada día, y de repente sonó la alarma nuclear. Pedro estaba muy nervioso porqué en la ciudad donde vivía antes, no había centrales nucleares. Empezamos a correr hacia al cole, como los demás compañeros. 

Cuando llegamos a clase, todo el mundo estaba gritando, así que el profesor nos tranquilizó. La secretaria del colegio fue clase por clase diciendo que estábamos en alerta máxima y que teníamos que ir a la sala hermética. Una vez hubieron pasado la lista para comprobar que todos estábamos presentes en la sala, el director del colegio empezó a leer el protocolo.

-Paso 1 - dijo él - ir a la sala hermética. Hecho. Paso 2, ponernos las máscaras de oxígeno.
-¡Señor director!, ¡no están en el armario! – dijo Sergio
-No, Sergio, tienes que buscar en el armario rojo, el que tiene el símbolo de material nuclear… Seguimos: paso 3, ducharse con agua y jabón para evitar contactos radioactivos y vestirse con la ropa de recambio que dejasteis a principio de curso. Paso 4, Pablo llama al 303778899 que es el teléfono de los servicios de emergencias.
-De acuerdo – dije yo (que me llamo Pablo). 

Cogí mi móvil y llamé al número que me había dicho el director. La línea estaba saturada, o al menos eso creí yo al escuchar una música de espera. Después de 13 intentos me cogieron el teléfono. Una vez les dije que les llamaba de la escuela municipal me pidieron que les pasara con mi director.
-Código avispa. Adiós, buenos días. – dijo por teléfono el director, y me devolvió el móvil. Después dijo: muy bien chicos, el simulacro ha sido un éxito. Podéis volver a vuestras clases con normalidad. 

Aniol Pagès, 2nA ESO

 

martes, 17 de noviembre de 2015

LA ECHABA DE MENOS...

Ya son treinta y seis los días sin lluvia. La tierra esta reseca, los árboles están tristes. Incluso da la sensación que los pájaros han dejado de piar. Se palpa tensión en el ambiente y los ánimos han empezado a decaer. Cuando el viento sopla con fuerza levanta nubes de polvo que dificultan la visibilidad. Huele a resignación y a desesperación. 

Cerca de las cinco de la tarde he observado con alegría la llegada de unos grandes nubarrones por el norte. Se acumulan en mi interior sentimientos contradictorios. Por un lado la esperanza que estos nubarrones culminen en un gran chubasco y por otro el miedo a una posible reiterada decepción. 

Una gota choca contra el cristal de mis gafas, después otra, y otra, y otra… Ya era un hecho, estaba lloviendo. En pocos segundos empiezo a percibir ese agradable y esperado olor a tierra mojada. Puedo contemplar como el patio en el que me encuentro se llena de pequeñas burbujas que emergen de un suelo incapaz de absorber la fina lluvia. El aire parece más puro y los animalillos parecen danzar un ritual de agradecimiento. 

No ha sido una larga tormenta pero sí intensa. Cuando vuelve a lucir el sol la atmosfera es más pura i más nítida. Los rayos de sol hacen brillar el paisaje y de pronto apareció un gran arco iris. Tan claro como nunca lo había visto.En un solo día he tenido el placer de experimentar tres sensaciones totalmente diversas. Ha sido un gran día. 

Raúl Martínez
2n ESO B



ÁNGEL DE LA GUARDA

Siempre he creído que cada uno de nosotros teníamos un ángel que nos acompañaba y protegía. Me lo imagino con un bello rostro, no muy alto, con unos ojos azules como el mar y transparentes como el agua; una nariz minúscula y chata y unos finos labios rosados. 

Lleva una corona que le rodea su pequeña cara, en ella caen sus cabellos de oro con rizos muy finos. En su largo cuello de cisne lleva una túnica blanca como la nieve que recorre todo su cuerpo. En su espalda tiene unas gigantes alas de color débil, su túnica cubre sus delgados brazos y llega hasta sus manos con dedos infinitos como los de un pianista. Sigue en sus largas piernas y llega hasta sus pequeños pies cubiertos por unas sandalias del color de la arena del desierto. 

Para él siempre eres su única prioridad y siempre te protegerá como una frágil bola de cristal. Es muy buena persona y quiere que en un futuro puedas volar tú sola como una bella mariposa. Pero incluso cuando ya sepas tu camino él te ayudará. 

Estel García.
2n ESO B

RECUERDOS TERRORÍFICOS

Me escondí en el bosque. Entre unos matorrales bajos, aunque lo suficientemente altos para esconder a una persona agachada. 

Intenté sacarme su imagen de la cabeza, pero cada vez que lo intentaba lo recordaba con más intensidad. Su altura, debía medir más de dos metros, y su cuerpo esquelético no era lo que daba más miedo. Te asustaban de verdad sus ojos negros, que parecían fundirse con la pupila, rodeados de un rojo intenso que debería ser blanco.
Tenía la cara llena de cicatrices, eran pequeñas y profundas. De sus labios finos brotaba sangre que se secaba a la altura de su cuello. Vestido con ropas negras daba la impresión de ser la propia muerte. Sus manos estaban ennegrecidas por la suciedad del arma que empuñaba, un cuchillo bastante afilado. 

El recuerdo de su voz grave seguía perforando mis oídos. El sonido de sus pasos perfectamente calculados, retumbaban en mi mente. Su mirada asesina, los sonidos extraños que hacía con su boca, las palabras que pronunciaba en un idioma que no conocía… Estaba asustada, realmente asustada. 

El crujir de las hojas me advertía de que alguien se acercaba a paso lento. Me quedé inmóvil, mi cuerpo no reaccionaba a las órdenes que dictaba mi cerebro. Sabía dónde estaba, me había encontrado. Entonces lo vi, como nunca antes lo había hecho. 

Araceli Gracia
2n ESO A

JAUME, EL MEJOR ABUELO DEL MUNDO

Mi abuelo Jaume no pasa desapercibido .Mi abuela siempre explica que mi abuelo era muy guapo cuando era joven .Yo creo que aún lo es .Es alto y fuerte como un roble .Sus brazos enormes y carnosos son a la vez tiernos y delicados cuando te abrazan .Tiene unas piernas largas y un paso firme que impone respeto .Su cara es redonda y aún tiene facciones de niño que no pegan con su cuerpo .Su nariz es su carta de presentación, grande y puntiaguda .Su boca es pequeña y sus labios carnosos .Sus cejas parecen apuntar hacia arriba consiguiendo que su mirada sea divertida y viva. 

Aunque su presencia impone es un ser dulce y entrañable .Chistoso, divertido, agradable… Siempre intenta hacer la vida más fácil a los demás. ”Si tiene solución no hay problema” es su frase preferida .Una de sus pasiones es subir montañas .Le encanta la naturaleza e intenta transmitirnos su amor por ella .En sus excursiones recoge hierbas que luego utiliza para hacer ratafía. 

Cuando veo a mi abuelo siempre tengo la misma sensación…me siento bien a su lado .Me transmite seguridad, positividad y mucho proximidad porque aunque nos separen muchos años puedo hablar con él de cualquier cosa.  

Sergi Roca
2nA 


IGUAL QUE YO...PERO DIFERENTE

Nacimos en el mismo sitio y a la misma hora, pero no nos parecemos en nada. Mi hermana es de altura media, y su cuerpo es delgado y huesudo. Sus piernas y sus brazos son largos. Su pelo largo y anudado cubre parte de su cara; tiene unos prominentes mofletes y una sonrisa grabada en su cara que muestra sus dientes rotos. 

Tiene los ojos marrones como el chocolate y unas pestañas pobladas que cubren sus ojos. Su piel es blanca, aunque en verano consigue estar muy morena. Sus manos son pequeñas pero fuertes. De pequeña la vestían de rosa aunque ella de rosa...no tiene ni un pelo.

Es nerviosa, extrovertida, aventurera y no le tiene miedo a nada. Es rápida cuando está encima de la moto, pero lenta cuando está en la mesa. Tiene su ritmo…

Su gran afición es la moto. Es una apasionada del motor y la velocidad, creo que lo ha heredado de papá. Su comida favorita son los macarrones que hace nuestra abuela. Le gustan tanto que podría comerlos cada día. Es una buena hermana aunque como todos los hermanos a veces nos peleamos.

Judit Guixeras Valverde
2n ESO A