Había una vez unos piratas que se hacían
llamar los aventureros. El capitán se llamaba Schönberg y sus cien tripulantes,
para que el capitán no tuviera que memorizar los nombres, se llamaban: Juan
uno, Juan dos, Juan tres…
Vivían en un barco inmenso, de color
negro y con una bandera de la foto del capitán.
Un día Juan cien encontró un mapa debajo
de su cama, rápidamente se lo enseñó a Schönberg y dijo que probablemente era
un mapa del tesoro.
En un abrir y cerrar de ojos ya estaban
buscando el tesoro que indicaba el mapa.
En primer lugar llegaron a una pequeña
ciudad en la que no había nada, solo gente muy pobre en la calle. Esa ciudad
llamada Humildad dejó a toda la tripulación sin palabras. La gente que vivía
ahí no tenía nada para comer.
Al cabo de un rato sin decir palabra
Juan cinco miró el mapa y dijo que se habían equivocado de ciudad. Seguidamente
todos embarcaron y se mantuvieron en
silencio, seguían pensando en lo que habían visto en Humildad. Pasada una hora
llegaron a la ciudad correcta y encontraron el tesoro, no fue muy difícil
hallarlo.
Cuando creían que ya se había acabado la
aventura apareció un hada y les preguntó para quien era el tesoro. Los
aventureros se miraron entre ellos y dijeron: ¡Para nosotros! El hada les hizo
una segunda pregunta: ¿Creéis que lo necesitáis? Hay personas que lo necesitan
realmente. Schönberg recordó cuando llegaron a la primera ciudad y si pensarlo
subió al barco y fue a dárselo a los habitantes de Humildad.
El
hada le dio las gracias y todos volvieron al barco contentos de la
decisión del capitán.