lunes, 6 de noviembre de 2017

HE GUARDADO EL FLOTADOR

Ese día me desperté como un día normal, pero decidí arreglar las cajas de cosas viejas del garaje. Cuando ya iba por la décima caja, me encontré un flotador muy viejo que ya lo había usado, pero no era un flotador normal era un flotador salvavidas. Decidí ponérmelo y de repente me acordé de porqué era tan especial para mí.

Fue el verano del 2004. Aquel verano decidí ir a un crucero por el Mediterráneo. Todo fue muy bien pero el cuarto día de crucero. Llegando a Campania, en la isla de Ischa (Golfo de Nápoles) íbamos a anclar pero, antes de llegar al puerto teníamos que rodear una parte de la isla con muchas rocas. Un momento después se oyó un ruido muy fuerte, nos avisaron de que el barco se hundía y que teníamos que saltar. Yo cogí el último flotador y cuando ya iba a saltar vi una niña que aún no había saltado, pero ella no tenía flotador, yo decidí darle mi flotador y también la ayudé a saltar. Después salté yo, sin flotador, con el riesgo de ahogarme. Cuando llegué a la orilla me atendieron los servicios de emergencia. Yo estaba muy preocupado por si la niña había salido del agua. Al final decidí irme sin saber nada de la niña.


Unos días después, me llegó una caja muy grande con un sobre. Primero abrí el sobre. Era una carta de la niña y sus padres, se me salieron las lágrimas de emoción. Después abrí la caja, era el flotador con el que ayudé a la niña a salvarse, me lo había regalado en agradecimiento. Cogí el flotador y lo puse en la caja y pensé: “YA HE GUARDADO EL FLOTADOR viejo pero especial”

Jordi Lachkar 2nB


HE GUARDADO EL FLOTADOR

¡Hola! Soy Román, tengo 13 años y soy de Mérida, la capital de Extremadura. Aún que se podría decir que también soy de Cádiz, ya que cada verano viajo allí para visitar a mis abuelos y parientes lejanos. En el viaje de este año he ido recuperando felices recuerdos de la infancia, recuerdos sobre los mejores veranos de mi vida.
En el mes de agosto de 2009, los nuevos vecinos de la casa de vacaciones se presentaron en nuestra puerta con un regalo para mí. Lo abrí impacientemente cuando me encontré con un flotador deshinchado de color amarillo chillón. Era un flotador, lo sé, no era la primera vez que veía uno, pero era diferente.
Gracias a aquella visita inesperada, conocí a un niño muy especial, él era Fabio, el hijo de los nuevos vecinos. Nuestros padres se fueron conociendo mientras yo y él nos hicimos muy buenos amigos. De hecho, era el único amigo que tenía allí. Nuestros padres organizaban excursiones y barbacoas en nuestra casa, íbamos todas las mañanas a la playa con el flotador que me regalaron sus padres.
Fabio y yo nos parecíamos mucho tanto físicamente como personalmente, por eso nos convertimos en mejores amigos y pasamos verano tras verano juntos.
En verano de 2012, Fabio y yo habíamos hecho nuevos amigos, eso no nos distanció, nos unió más. Cada verano era mejor, pero yo notaba a Fabio diferente.
La última semana de verano se acercaba y era hora de decir adiós a todo lo bueno.
 Un buen día me desperté y fui buscar a Fabio a su casa, sólo encontré el flotador en la puerta. Lo busqué por todos los sitios donde Fabio y yo habíamos estado durante aquellos veranos inolvidables, pero sólo quedaba el flotador deshinchado. Mis padres me dijeron que Fabio se había ido y no volvería.

Me aferré a la esperanza de que Fabio regresase, pero nunca lo hizo. Al final, el flotador era lo que quedaba de los mejores veranos de mi vida; por eso, lo mantuve conmigo mucho tiempo, hasta que decidí que ya era hora de guardarlo. 

Joana Espriu 2nA


HE GUARDADO EL FLOTADOR

Madeline era una chica normal, hasta que una noche, antes de dormirse, se le apareció una ruleta en forma de flotador. La giraba y veía lo que iba a soñar esa noche. A ella le parecía raro, así que decidió contárselo a sus padres. Ellos pensaron que no era motivo para preocuparse, así que no hicieron nada al respecto. La siguiente noche le tocó el sueño del paraíso de los animales: pasó toda la noche entre cebras, leones, jirafas,… Seguía pasando el tiempo y cada vez algo distinto le tocaba en la ruleta en forma de flotador, todos los días sus padres le decían: ¿Que sueño has tenido hoy Madeline?

Cuandó ya había pasado un tiempo sus padres decidieron llevar a Madeline a un psicólogo para explicarle lo que le ocurría. El psicólogo dijo que no tenía de que preocuparse, que le seguiría ocurriendo día tras día.

Una noche... ¡sorpresa, no le pasó! Cuandó se levantó aquel día se lo contó a sus padres. Su madre que era la más bromista, le dijo: hija, ¿ya has guardado el flotador? refiriéndose a la ruleta de sus sueños. Desde entonces nunca más le ha vuelto a aparecer la ruleta y está feliz sin recordar lo que sueña. 


Joan Sureda 2nA




HE GUARDADO EL FLOTADOR

Siempre me han dicho que soy una niña positiva .Me gusta un montón hablar con mi familia en un idioma que nos inventamos. Usamos palabras que en la vida real se usan para otras cosas, por ejemplo: la jirafa me ha enseñado las sumas, es igual que: la profesora me ha enseñado a restar. También nos ponemos motes entre mi familia, que somos mi hermano pequeño al cual llamamos estrella, porque de mayor quiere ser una estrella del futbol. También está mi madre, a la que llamamos “la vendas”, porque siempre se está haciendo daño. Luego está mi padre, al que llamamos “flotador” porque de pequeño quería ser socorrista. Y solo quedo yo, que me llaman “cactus” porque cuando quiero estar sola o me enfado, siempre me hago como una especie de “cápsula”, (que es como nosotros llamamos cama) y si alguien me molesta le pego con un cactus.
En fin, hace unas semanas, hice mi decimocuarto cumpleaños, es decir que tengo catorce años. ¡Y por fin me regalaron un móvil! Estoy súper contenta porque ahora puedo hablar con mis amigos y amigas del colegio. Pero lo más importante es que puedo hablar con mi tía Cristina, (Bueno yo la llamo Cris) que es doctora. ¡Y también mi ídolo! A demás ahora mi tía Cris ha aprendido a hablar en “nuestro idioma” y puedo hablar con ella usándolo.
Pero esta historia no es una historia feliz sobre mi familia y mi vida perfecta. No, esta es la historia de cómo mi vida se destruyó en un día.
Aunque el principio de la historia se encuentra 4 meses atrás de la actualidad. Cuando mi madre nos contó a mí y a mi hermano que mi padre tenía cáncer de pulmón. Entonces fue cuando hospitalizaron a papá, pero la parte buena es que era mi tía Cris era quien le cuidaba.
El día 12 de octubre fue el día en que pasó todo:
Mi hermano y yo estábamos llegando a casa después de estar en el colegio, cuando mi madre salió corriendo hacia la calle. Parecía alterada, y pude ver lágrimas escondidas en sus ojos. Nos dijo a mi hermano y a mí que no saliéramos de casa por nada. Entonces pensé que ese día podía ser el día en el que tanto había estado intentando no pensar.
Pasaron varias horas, cada minuto que pasaba sin saber nada me ponía mas nerviosa, e incluso se me escapó un grito de el estrés y la tensión. De pronto mi móvil vibró. Era mi tía Cris, me enviaba un mensaje que decía: “He guardado el flotador”.
Ahora me doy cuenta porque dijo “guardado”, y es porque cuando tú guardas una cosa no siempre la guardas eternamente, tal vez al algún día recordarás que está allí. Y es que yo tengo a mi padre “guardado” en mi corazón.


                                                                                                     Maria Cantín 2nB


HE GUARDADO EL FLOTADOR

A veces, cuando el viento se levanta, aún recuerdo las tardes de verano de mi infancia, especialmente aquella que empezó con un extraño descubrimiento. Era un redondo y transparente objeto, blando y con un agujero en el medio. Le pregunté a mi padre de qué se trataba.

- Seguramente es otro objeto de los humanos, Oeillet.
- Si, supongo… ¿pero mañana puedo averiguar qué es?
- De acuerdo, pero recuerda no acercarte mucho a los humanos. Ya sabes que nosotros, los diminutos, somos tan pocos por su culpa. ¡Ah!, y recuerda preparar las cosas para la mudanza.
- ¿Seguro que tenemos que mudarnos? A mí me gusta esta casa, y además tendremos que rodear el río para poder cruzar y esto es mucho tiempo.
-Y cuando derriben la casa, ¿dónde nos esconderemos? No podemos estar aquí o nos quedaremos enterrados. Por eso buscaremos otra casa.

Nunca me había alejado de esa casa, y me daba miedo hacerlo. Pero conseguí dormirme.
Al despertar, solo quería ir a buscar el extraño objeto que había visto en una de las habitaciones de la casa vecina. Pulgas, el perro de la casa, correteaba por el jardín. Me agarré a su pata y, después de una corrida impresionante, llegué a la habitación del niño.
Busqué el objeto, hasta encontrarlo sobre la mesa. Pensé una forma de subir i vi el cable de la lámpara, así que lo usé para trepar hasta él. Entonces, Pulgas empezó a ladrar, y de repente el niño entró en la habitación.

- Mirabas el flotador ¿verdad?
- ¿Así es como se llama ese extraño objeto? – Le miré respondiendo no del todo convencida.
- Sí, sirve para flotar sobre el agua, es muy divertido.
- Si pudiera tener el flotador -pensé-, podríamos cruzar el río sin problemas, y ganaríamos mucho tiempo.
- ¿Por qué eres tan pequeña?
- ¿Me darías ese flotador? – Le pregunté ignorando su pregunta.
Sonrió.
- Sólo si me dices tu nombre. Yo soy Marco.

Dudé, pero finalmente le dije mi nombre.
Esos días antes de la mudanza, los pasamos juntos, además, Marco me enseñó a usar el flotador. También aprendí que no todos los humanos son malos, como decía mi padre.
Cuando nos mudamos de casa, no nos volvimos a ver nunca, pero es por es que tengo ese trozo de plástico, tan peculiar que consiguió hacernos conocer. Lo he guardado todo este tiempo, solo para no olvidar, lo que un día pasó.


Anna Torra 2nB


HE GUARDADO EL FLOTADOR

Todo niño nace con un flotador, pero no el típico flotador de verano que se hincha y con el que se aprende a nadar. Este es un flotador diferente, un flotador como lo diría... invisible. Este flotador es con el que he crecido y con el que he aprendido a superar retos, problemas de la vida, pero que poco a poco he ido superando. Este flotador simboliza la protección que nos dan los padres durante toda la vida. No solo nos ayudan los padres sino que también nuestros amigos, abuelos...
Ahora ya tengo una edad en la que tengo que aprender a valerme por mi misma y dejar de lado ese flotador que no solo me ha ayudado a superar retos sino que también me ha ensañado a confiar en mí. Ahora ya soy una nueva yo, una persona trabajadora que cree en sí misma y que ya no necesita uno de esos flotadores que nos protegen. Ha llegado la hora de “deshinchar” el flotador y guardarlo para recordarlo siempre como el flotador que me ayudo a ser quien soy.


CARLA LIMORTE 2nB