Siempre
me han dicho que soy una niña positiva .Me gusta un montón hablar con mi
familia en un idioma que nos inventamos. Usamos palabras que en la vida real se
usan para otras cosas, por ejemplo: la jirafa me ha enseñado las sumas, es
igual que: la profesora me ha enseñado a restar. También nos ponemos motes
entre mi familia, que somos mi hermano pequeño al cual llamamos estrella,
porque de mayor quiere ser una estrella del futbol. También está mi madre, a la
que llamamos “la vendas”, porque siempre se está haciendo daño. Luego está mi
padre, al que llamamos “flotador” porque de pequeño quería ser socorrista. Y
solo quedo yo, que me llaman “cactus” porque cuando quiero estar sola o me enfado,
siempre me hago como una especie de “cápsula”, (que es como nosotros llamamos
cama) y si alguien me molesta le pego con un cactus.
En
fin, hace unas semanas, hice mi decimocuarto cumpleaños, es decir que tengo catorce
años. ¡Y por fin me regalaron un móvil! Estoy súper contenta porque ahora puedo
hablar con mis amigos y amigas del colegio. Pero lo más importante es que puedo
hablar con mi tía Cristina, (Bueno yo la llamo Cris) que es doctora. ¡Y también
mi ídolo! A demás ahora mi tía Cris ha aprendido a hablar en “nuestro idioma” y
puedo hablar con ella usándolo.
Pero
esta historia no es una historia feliz sobre mi familia y mi vida perfecta. No,
esta es la historia de cómo mi vida se destruyó en un día.
Aunque
el principio de la historia se encuentra 4 meses atrás de la actualidad. Cuando
mi madre nos contó a mí y a mi hermano que mi padre tenía cáncer de pulmón. Entonces
fue cuando hospitalizaron a papá, pero la parte buena es que era mi tía Cris
era quien le cuidaba.
El
día 12 de octubre fue el día en que pasó todo:
Mi
hermano y yo estábamos llegando a casa después de estar en el colegio, cuando
mi madre salió corriendo hacia la calle. Parecía alterada, y pude ver lágrimas escondidas
en sus ojos. Nos dijo a mi hermano y a mí que no saliéramos de casa por nada.
Entonces pensé que ese día podía ser el día en el que tanto había estado intentando
no pensar.
Pasaron
varias horas, cada minuto que pasaba sin saber nada me ponía mas nerviosa, e
incluso se me escapó un grito de el estrés y la tensión. De pronto mi móvil
vibró. Era mi tía Cris, me enviaba un mensaje que decía: “He guardado el
flotador”.
Ahora
me doy cuenta porque dijo “guardado”, y es porque cuando tú guardas una cosa no
siempre la guardas eternamente, tal vez al algún día recordarás que está allí.
Y es que yo tengo a mi padre “guardado” en mi corazón.
Maria Cantín 2nB
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