Siempre he creído que cada uno de nosotros teníamos un ángel que nos
acompañaba y protegía. Me lo imagino con un bello rostro, no muy alto,
con unos ojos azules como el mar y transparentes como el agua; una nariz
minúscula y chata y unos finos labios rosados.
Lleva una corona
que le rodea su pequeña cara, en ella caen sus cabellos de oro con rizos
muy finos. En su largo cuello de cisne lleva una túnica blanca como la
nieve que recorre todo su cuerpo. En su espalda tiene unas gigantes alas
de color débil, su túnica cubre sus delgados brazos y llega hasta sus
manos con dedos infinitos como los de un pianista. Sigue en sus largas
piernas y llega hasta sus pequeños pies cubiertos por unas sandalias del
color de la arena del desierto.
Para él siempre eres su única
prioridad y siempre te protegerá como una frágil bola de cristal. Es muy
buena persona y quiere que en un futuro puedas volar tú sola como una
bella mariposa. Pero incluso cuando ya sepas tu camino él te ayudará.
Estel García.
2n ESO B
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