La familia de Juan era una familia humilde y trabajadora. No tenían
grandes cosas pero eran felices. Pero un día todo cambió.
El padre de
Juan perdió el trabajo y con lo que su madre ganaba no tenían para
mucho. Pero cada día había sonrisas y buenas palabras en casa. Luis y
María tenían claro que la felicidad no dependía solo del dinero y aunque
la situación económica en casa era penosa intentaban que Juan fuera un
chico feliz. Un día María fue al mercado y la pescadera le ofreció un
número de lotería. María se lo agradeció pero le comentó: “ ! Este año
no gracias! ”. No puedo gastar el poco dinero que tenemos. La pescadera,
se emocionó y le dijo: ¡Este año invita la casa! Por todo el pescado
que me comprarás cuando te toque. María le sonrió y se dirigió hasta
casa. Dejó el número sobre la mesa. No se acordó hasta el día de
Navidad. Lo cogió y se sentó delante de la televisión, a ver el sorteo. Y
de repente sonó una vocecita que decía: el cinco, el ocho, el tres, el
cinco, el uno y finalmente el cero…
Era su número. La suerte había
llegado. Aunque la felicidad nunca había desaparecido de su casa. Eran
ricos, felices, estaban sanos, lo tenían todo. Pero nunca olvidaran su
mala racha. Cada día que iba al mercado le daba una sonrisa gratis a la
pescadera.
Sergi Roca, 2n A ESO
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