Eran las siete y cincuenta y seis minutos de la madrugada. Iba a la
escuela con Pedro y Juan. Estábamos hablando de nuestras cosas, como
cada día, y de repente sonó la alarma nuclear. Pedro estaba muy nervioso
porqué en la ciudad donde vivía antes, no había centrales nucleares.
Empezamos a correr hacia al cole, como los demás compañeros.
Cuando
llegamos a clase, todo el mundo estaba gritando, así que el profesor nos
tranquilizó. La secretaria del colegio fue clase por clase diciendo que
estábamos en alerta máxima y que teníamos que ir a la sala hermética.
Una vez hubieron pasado la lista para comprobar que todos estábamos
presentes en la sala, el director del colegio empezó a leer el
protocolo.
-Paso 1 - dijo él - ir a la sala hermética. Hecho. Paso 2, ponernos las máscaras de oxígeno.
-¡Señor director!, ¡no están en el armario! – dijo Sergio
-No,
Sergio, tienes que buscar en el armario rojo, el que tiene el símbolo
de material nuclear… Seguimos: paso 3, ducharse con agua y jabón para
evitar contactos radioactivos y vestirse con la ropa de recambio que
dejasteis a principio de curso. Paso 4, Pablo llama al 303778899 que es
el teléfono de los servicios de emergencias.
-De acuerdo – dije yo (que me llamo Pablo).
Cogí
mi móvil y llamé al número que me había dicho el director. La línea
estaba saturada, o al menos eso creí yo al escuchar una música de
espera. Después de 13 intentos me cogieron el teléfono. Una vez les dije
que les llamaba de la escuela municipal me pidieron que les pasara con
mi director.
-Código avispa. Adiós, buenos días. – dijo por
teléfono el director, y me devolvió el móvil. Después dijo: muy bien
chicos, el simulacro ha sido un éxito. Podéis volver a vuestras clases
con normalidad.
Aniol Pagès, 2nA ESO
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