miércoles, 3 de febrero de 2016

EL MOMENTO

Y de repente sonó otra vez. Ese ruido extraño que bombardeaba sin parar dentro de mí, ese ruido que retumbaba una y otra vez llenando el vacío creado hacía tantos meses. Su cuerpo se apoderaba del mío, y yo, sin poder decir ni una palabra, iba parando lentamente el tiempo que transcurría rápidamente a mis espaldas, para hacer que ese instante perdurara para siempre. 

El calor de sus brazos y el olor de su perfume hacían que aumentaran los latidos de mi corazón. Intentaba susurrar un ‘te quiero’, un ‘no me sueltes’ o decirle que ‘le echaba de menos’, pero no me salían las palabras ya que la situación merecía que todo el universo callara ante ella. Cada vez que él abría la boca, mis pensamientos se alejaban lentamente y su voz era atraída por mis oídos como el canto más dulce del planeta. Me perdía en la inmensidad del tiempo hasta imaginarme un mundo perfecto, como el que era antes. Llevaba meses esperando ese momento, el momento que pensaba que no podría volver a vivir jamás.

Todas las lágrimas que había perdido tras su imposible olvido, volvían a ser parte de mi cuerpo. ¿Cómo puedes explicar algo con palabras si el corazón no quiere compartir con nadie este sentimiento? Por eso no me queda más aliento para demostrar la felicidad reencontrada después de tanto tiempo, (meses que parecen siglos). Cuando la soledad te secuestra por el camino y huyes del héroe que puede rescatarte de ella, por miedo a perderle en un simple descuido, te sientes muerto, harto, cansado, triste… y no consigues liberarte de ella. 

Martina Espriu, 2n A ESO 

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