sábado, 19 de enero de 2019

¿QUÉ ES EL AMOR?


¿Qué es el amor? Cuantas veces me he hecho esa pregunta, y por mucho que lo he pensado, no he encontrado una respuesta clara.
Tal como lo explican en los cuentos, el amor es salvar a la princesa de la bruja malvada o de las garras del dragón. Pero para que esperar al príncipe azul, si yo no lo quiero.
Probablemente, para algún profesor, amor es dedicarte a aquello que te apasiona. Sin embargo, sino lo consigo, ¿cómo lo entenderé?
Según mi madre, amor es formar una familia. No obstante, si nunca tengo un hijo, no podré saberlo.
Hasta puede que algún amigo diga que el amor sea el “ir por alguien”, aunque solo te guste superficialmente. Yo eso no lo cuento como amor.
Así que, por más vueltas que le dé, y por más que pregunte a personas diferentes, nadie me da una respuesta simple y sencilla. Por eso, supongo el amor no es ni un objeto, ni un paisaje, ni un lugar. Es un sentimiento. Un sentimiento indescriptible. Por eso todos me dan respuestas diferentes, porque nadie lo siente de la misma manera.
Cada persona puede querer y ser querido; puede enamorarse y que le rompan el corazón; puede amar y puede odiar. Pero nadie lo hará del mismo modo que otra persona. Y es que el amor es un sentimiento muy común, pero a la vez, distinto para cada uno.  
Por encima de todo, creo que el amor te hace sentir vivo. Te hace sentir capaz de hacer cualquier cosa. Te hace feliz. Eso sí, cuando el amor que sientes no es correspondido, este sentimiento se vuelve cada vez más frustrante, cada vez más doloroso. Te va apagando poco a poco. Te entristece. Todo depende del lado en el que te fijes, ¿o no?
En definitiva, creo que el amor es algo vital y esencial, ya que, sin él, ¿para qué seguiríamos viviendo?
Jana Madern
2ndo A ESO


¿QUÉ ES EL AMOR?


Todas mis amigas, se pasaban el día hablando del amor, claro ellas sabían lo que era, en cambio, yo, no tenía ni idea. Y así fue como lo descubrí:
Un día, estaba sentada en un bar, esperando que mi hermano volviera de pedir algo de comer. De golpe, un chico alto de pelo rubio y ojos azules se acercó y se sentó en mi mesa:
-Lo siento, está ocupado. Le dije con un tono suave,
Él no se inmutó, se quedó allí sentado sin decir nada, solo cogió una servilleta, apuntó su número de teléfono y me lo dio.
Luego se levantó y se marchó.
Me quedé con el papel en la mano pensando quien era ese chico y cuál era la razón para que me diera su teléfono. Al cabo de dos minutos llegó mi hermano con la comida y olvidándome de la servilleta empecé a comer.
Al terminar, cogí el papel para agregar el teléfono y mandarle un mensaje pera ver qué era lo que quería, pero no tenía batería.
Llegué a casa y enchufé el móvil, me empezaron a llegar mensajes de un número que no tenía:
-  Hola, soy el chico del bar, no me conoces, o al menos eso creo. Me llamo David y soy el nuevo vecino del tercero, te vi leyendo en el balcón y decidí hablar contigo. Si quieres, quedamos esta tarde en el mismo bar a la misma hora. No entendía nada, ¿cómo podía ser que no me hubiera fijado en él? Para aclarar las dudas decidí ir. No estaba segura si eso era una broma o era real, pero necesitaba saber quién era ese chico.
Llegué al bar y sí, estaba allí. Al llegar a la mesa, no sabia que decir, me quedé muda.
- ¡Hola! Dijo él.
- Hola. Respondí con una voz tartamuda.
Después de ese escaso saludo se formó un silencio inquietante. El camarero lo rompió. Uf, que suerte, me estaba muriendo de vergüenza, pensé.
Allí fue cuando empezamos a hablar. Pensaba que sería la típica conversación sin nada, sin sentimiento. Eso no era cierto, en medio de la conversación empecé a sentir un sentimiento extraño, no sabía qué era, acaso era eso que decían mis amigas, acaso eso era… ¿amor? Pasaron las horas volando y de repente ya era de noche, hablamos durante cuatro horas, lo suficiente para decirle lo que sentía:
- Oye, esta tarde me ha pasado algo que nunca antes me había pasado.
- No digas nada, a mí también me ha pasado. Dijo cortándome.
Sonreímos a la vez y nos fuimos a casa.
Y así fue como me enamoré por primera vez.

Irene Viñas
2ndo A ESO



AQUÍ AHORA Y SIN TI

Me siento perdida. No encuentro mi rumbo, no sé a donde ir, ni cómo volverte a ver, todos los días que pasan tu presencia está en mí. Siempre me preguntan en que pienso, y sólo es en ti, en lo mucho que te necesito.

Es difícil tratar de expresar, lo que sentí el día que te desvaneciste en el infinito, lo recuerdo como si fuera cada uno de los días que vivimos juntas. Tengo un sentimiento de soledad, sin tus expresiones, palabras y sobretodo las manos frías de la mejor abuela del mundo, entre las mías. Había veces en las que no me apetecía nada, menos en las que aparecías tú dándome toda tu fuerza para poder seguir caminando a mi lado.

En un momento en el que pestañeé, no te encontré no estabas a mi lado acariciándome, con esos abrazos que tanto me gustaban. Odio con todas mis ganas que nos separe esa final línea, que fue capaz de en ese momento de arrebatarte de mi para siempre, a mí de ti. Separo los "te quiero" que tantos te dado, de los "ojalá vuelvas". La decisión de que apareciera esa línea no la emprendimos nosotras, sino que ella apareció en un momento oportuno. Ojalá pudiera ahora romper esa línea para volvernos a unir en un mundo en el que esté a tu lado, y no te pueda soltar jamás, y del que nunca te desvanezcas por las nubes sin un adiós.

Hay cosas a las que no creía que al marcharte me iban a herir tanto o quizás ni siquiera pensaba en ello, como tú, abuela. Nunca me di cuenta de lo que me iba a encontrar si tú no estabas a mi lado. No me doy cuenta de lo lejos que vuelas sin yo saber que estas alejándote de mí. Quiero creer que no importan los kilómetros, o largas distancias que me separan de esas frías manos o incluso que hay cosas que se van para no volver jamás. Cada vez tengo mas claro que la persona que se va, sí importa. Y contigo lo he sabido. Pienso que hay maneras de irse de las que no deberían existir. Pero no te dejaron elegir, ni a ti, ni a mí.

Día tras día que te pienso, una y otra vez, no me puedo quitar esa imagen de mi cabeza. Donde tú me acaricias suavemente con un pequeño cosquilleo, con tus pequeñas manos frías y arrugaditas, con esas pecas. Sigo suponiendo que, si hubieras estado, todo sería más fácil.

Abuela te tengo demasiado lejos, a demasiadas nubes.
Tú ultimo suspiro, me dio la vida, que a ti la fina línea te quitó.
El tiempo no paró por ningún instante, él no se detiene.
Y de repente te vi, y volví a sonreír, en uno de mis profundos sueños.
Te echo de menos con todas mis fuerzas pero, ya no estás, eres...polvo de estrellas...

Judit García 
2ndo A ESO


LA VERDADERA HISTORIA

En el año mil novecientos quince vivía en lo alto de una colina una familia real. El rey había muerto de tuberculosis hacía pocos días y la reina y sus descendientes estaban devastados. Aunque la tristeza invadía aquel castillo oscuro, la nobleza de la zona reclamaba un heredero al trono. Así pues, el hijo mayor, Juan, se hizo cargo del reino de su padre. Juan era un chico de veintiséis años de edad, tenía una barba pelirroja, que lo hacía atractivo y apuesto. Había luchado con las tropas de su padre y, por lo tanto, era un buen guerrero.

Su entrada en el trono no fue fácil. La gente del pueblo estaba muy contenta con la elección del nuevo rey, pero, dentro del castillo habían comenzado a surgir pequeños roces. David, el hijo pequeño de la familia real, tenía envidia de su propio hermano. David era un niño rabioso y competitivo. Detestaba que le diesen órdenes y hacía y decía lo que le daba la gana, sin importar sus consecuencias. Pocos meses después de la coronación, la corte del castillo decidió hacer un festejo para presentar el nuevo rey y encontrar una esposa. Sirvientes, caballeros, nobles, campesinos, artesanos… las puertas del castillo se abrieron para poder ver la elección de la nueva mujer del rey. Fue una noche muy bonita, conoció el amor de su vida y se casaron pocos meses después. En aquel entonces, la alegría que se había perdido invadió el palacio por completo. Gracias a ello, empecé a trabajar como mozo de cuadra de la reina. Una mujer bella i simpática. Amable con todo el mundo y me ayudaba siempre que podía.

Aquella noche, oscura y con tormenta, María, la reina, estaba en el gran comedor esperando a su marido que había salido de caza. Preocupada por el tiempo, miraba por la ventana. Todo el mundo me había hablado de David, pero nunca salía de aquella torre del castillo. Me aproximé al gran comedor para hacer fuego en la chimenea. Era una noche fría. De repente, el viento sopló y cerró la puerta del comedor, apagando así, las velas que daban luz a la sala. Preocupado porque la reina no estuviera asustada, cogí rápidamente una antorcha del pasillo i volví a la estancia. Y de repente lo vi, acercándose a ella por la espalda. Quedé paralizado. No tuve tiempo a reaccionar, ni gritar. En ese instante, David, había asesinado a María con un puñal. La sangre invadía toda la alfombra. Durante los siguientes días todo el mundo sospechaba que el asesino había sido su propio marido y se preguntaban qué había pasado.

Ana María Vázquez
2ndo B ESO


miércoles, 31 de octubre de 2018

HE GUARDADO EL FLOTADOR

Estamos en mitad del verano y ya he tenido que guardar el flotador. Y vosotros os preguntareis: ¿Por qué tan temprano has guardado el flotador? Por una razón muy sencilla que ahora os voy a contar.

Era una tarde de principio de agosto. Estaba con mis primos y mis hermanos y mi madre nos fue a comprar un flotador para que nos divirtiéramos. El flotador tenía una cosa que otros flotadores no tenían. Era un flotador muy grande con forma de rosquilla que brillaba. Y lo más impresionante era que podía hablar. Era mágico y nos contó muchas historias: cómo lo fabricaron, cómo lo empaquetaron y lo trajeron a la tienda.

Nos explicó que en la fábrica dónde lo inventaron también hacían robots hablantes y a él, por error, le pusieron una boca y lo hicieron hablante pensando que era un robot. 

Mis primos, mis hermanos y yo quedamos alucinados y nos hizo jurar que no lo contaríamos. Para nosotros eso era un problema, porque no nos lo podíamos creer y necesitábamos contarlo a alguien.

Pasaron dos semanas y aún guardábamos el secreto. Para nosotros era el secreto más bien guardado, pero no podíamos seguir así porqué mi madre se podría enterar de todo si el flotador empezaba a hablar. Le preguntamos cómo lo podíamos apagar y nos dijo que lo teníamos que deshinchar. Y eso es lo que hicimos, nos dio mucha pena, pero era lo más correcto. Y ahora aún sigue en el garaje esperando el próximo verano.

Nil Masferrer
2do A


HE GUARDADO EL FLOTADOR

Sabéis ese punto en el que decides que ya basta, que eso no puede seguir, ese punto en el que
decides poner punto y final, pues yo llegué a ese punto.

Era un martes normal, ese día tocaba ir a la piscina, y yo tan contento me puse el bañador, me quité la camiseta y me tiré al agua. En cuando salí, un compañero de clase, si es que se le puede llamar así, dijo en voz alta:

-Mirad Jorge tiene michelín, se le ve el flotador.

Y toda la clase empezó a reír y a cachondearse. Yo pensé que eso sería cuestión de días, pero cada día seguían y seguían, hasta que decidí empezar una rutina. Decidí empezar por lo sencillo como dejar de comer porquerías u otras cosas como pizzas. Seguí con unos 10 abdominales y 15 flexiones diarias. 

Llegó final de curso y todo el verano seguí con esta rutina, pero funcionó; a principios de curso todos habían engordado un poco en verano. Todos menos yo que lucía una tableta increíble.

En la piscina todo el mundo quedó alucinado y pasaron de insultarme y reírse de mí a quedar conmigo. Además me sirvió para hacer un montón de amigos más con los que ahora comparto muchas cosas.


En resumen, gracias al esfuerzo del verano he guardado el flotador y espero que dure mucho tiempo allí guardado.

Pau Cos
2ndo A