Todas mis amigas, se pasaban el día
hablando del amor, claro ellas sabían lo que era, en cambio, yo, no tenía ni
idea. Y así fue como lo descubrí:
Un día, estaba sentada en un bar,
esperando que mi hermano volviera de pedir algo de comer. De golpe, un chico
alto de pelo rubio y ojos azules se acercó y se sentó en mi mesa:
-Lo siento, está ocupado. Le dije
con un tono suave,
Él no se inmutó, se quedó allí
sentado sin decir nada, solo cogió una servilleta, apuntó su número de teléfono
y me lo dio.
Luego se levantó y se marchó.
Me quedé con el papel en la mano
pensando quien era ese chico y cuál era la razón para que me diera su teléfono.
Al cabo de dos minutos llegó mi hermano con la comida y olvidándome de la
servilleta empecé a comer.
Al terminar, cogí el papel para
agregar el teléfono y mandarle un mensaje pera ver qué era lo que quería, pero
no tenía batería.
Llegué a casa y enchufé el móvil, me
empezaron a llegar mensajes de un número que no tenía:
- Hola, soy el chico del bar, no me conoces, o
al menos eso creo. Me llamo David y soy el nuevo vecino del tercero, te vi
leyendo en el balcón y decidí hablar contigo. Si quieres, quedamos esta tarde
en el mismo bar a la misma hora. No entendía nada, ¿cómo podía ser que no me
hubiera fijado en él? Para aclarar las dudas decidí ir. No estaba segura si eso
era una broma o era real, pero necesitaba saber quién era ese chico.
Llegué al bar y sí, estaba allí. Al
llegar a la mesa, no sabia que decir, me quedé muda.
- ¡Hola! Dijo él.
- Hola. Respondí con una voz
tartamuda.
Después de ese escaso saludo se
formó un silencio inquietante. El camarero lo rompió. Uf, que suerte, me estaba
muriendo de vergüenza, pensé.
Allí fue cuando empezamos a hablar.
Pensaba que sería la típica conversación sin nada, sin sentimiento. Eso no era
cierto, en medio de la conversación empecé a sentir un sentimiento extraño, no
sabía qué era, acaso era eso que decían mis amigas, acaso eso era… ¿amor?
Pasaron las horas volando y de repente ya era de noche, hablamos durante cuatro
horas, lo suficiente para decirle lo que sentía:
- Oye, esta tarde me ha pasado algo
que nunca antes me había pasado.
- No digas nada, a mí también me ha
pasado. Dijo cortándome.
Sonreímos a la vez y nos fuimos a
casa.
Y así fue como me enamoré por primera
vez.
Irene Viñas
2ndo A ESO
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