Sant Jordi, el santo de muchas personas, el cumpleaños de otras pero para todas las parejas un día especial, único y que nada lo puede estropear. Todos dejan los problemas de lado y regalan una rosa.
Las calles se llenan, los colegios se disfrazan y siempre encuentras los niños de sexto que se ganan la paga. Libros y rosas son los signos de la tradición una rosa que salió de un corazón muy oscuro pero que el caballero regaló.
Este año no habrá rosas, fiesta ni teatro. Sant Jordi será un jueves, un jueves como otro de confinamiento, peleas, gritos trabajo y a dormir. Yo no quiero todo esto yo quiero un libro y una rosa.
Cuando la regalabas...ese olor, ese perfume te dejaba hipnotizado. Quiero regalar una rosa a quien más se la merezca, no la novia (que no tengo) pero sí a esa amiga que esta ahí cuando te vienes abajo y siempre te aguanta y no te deja caer; esa que estás mal y puedes contar con ella o simplemente puedes hablarle. Hay un montón de gente que merece una rosa, pero para mí estas personas son las que merecen verdaderamente una flor:
Las abuelas, esas personas mayores que siempre te dan el apoyo que necesitas, y que decir de tu madre... la que hace de todo y más para ayudarte, apoyarte y para que ningún miedo te gane, lucha contigo a diario, aún que sepa que tiene una muerte segura.
Pero tampoco hay que olvidarse nunca de los amigos que también están, a veces te pueden dejar caer pero siempre bajan a buscarte; o los abuelos, en mi caso los que te hacen manualidades, los manitas de la familia, y para terminar, pero no menos importante, los padres, que son la persona más protectora, la que nunca se rinde y te intenta ayudar en lo que sea.
Este año la rosa no llegará o será de papel pero en el corazón estará... y ellos seguirán a mi lado, siempre.
Pol Batlle
2do B ESO
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