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lunes, 13 de febrero de 2017

LA VIDA ES ORO

De noche, de día ¿qué hora es? No lo entiendo. No me veo capaz de salir de donde Dios quiera que esté. Estoy en un lugar donde veo hojas, hojas muy verdes. También veo árboles, árboles altos, árboles capaces de tapar hasta donde mis ojos logran ver. A poca distancia escucho el mar, escucho olas reventando en la orilla. Es tan relajante... Mas no consigo encontrarlo. Llevo caminando horas, pero no sé cuantas. No noto las piernas, me siento cansada. Noto mi alma flotando, sin hacer ni un mínimo esfuerzo. Mi cabeza no encuentra la memoria, no recuerdo absolutamente nada. 

Me cuesta sonreír, pero lo intento. Me cuesta andar, peo avanzo. Me cuesta respirar, pero aún sigo en vida. Escucho una voz, una risa. ¡Buff! Está en mi cabeza, pero en este momento, es lo único que me da un suspiro más. 

Por fin he llegado. Estoy en el mar. Lo tengo aquí, justo delante de mis narices. Noto la arena cosquilleándome los pies. El viento peina i cabello. ¡Mmmm! Respiro hondo. Estoy en una roca. ¿Quién lo iba a decir? Hace unos días pensaba que sin casita, mi ducha calentita, mi camita de matrimonio, no seria nada, pensaba que sin esos materiales mi vida seria una basura. Pero ahora, me doy cuenta que en una piedra, de medio metro cuadrado, soy feliz. Ahora solo con la punta de mi dedo del pie tocando el mar, me siento genial. Sinceramente, solo inhalando aire puro ¡me siento más viva que nunca! 

Mi cansancio se fue. Me noto renovada. Ahora sé lo que es estar viva. Y lo agradezco, a lo que haya allí arriba, lo agradezco. Yo creo que en este mundo hay pocas personas que sienten esto que estoy sintiendo yo ahora. 

Parece increíble, hace unos minutos estaba al borde de la muerte y ahora estoy abrazando la vida. Puede que no necesite estar a punto de morir para apreciar nuestra existencia, o puede que sí, no lo sé, no estoy segura. De lo que si estoy segura, es que mañana veré la vida con otros ojos. Con ojos agradecidos de poder ver. Y sinceramente, agradezco que mi marido me haya dejado tirada en esta isla, porque gracias a eso estoy viviendo lo que estoy viviendo. Ahora he aprendido que con muy poquito se puede vivir a lo grande. 

Inti Orozco
2n B

 

lunes, 24 de octubre de 2016

HE GUARDADO EL FLOTADOR

Después de que ella falleciera no dudé en continuar su diario. Allí explique por qué porqué lo hice y le pedí perdón millones y millones de veces. Ya han pasado siete años, y ya cumplí mi condena junto a Jan, su mejor amigo. Ahora tengo 23 años. Estoy soltera y tengo prohibido tener carné de conducir después de lo que le hice a Laura. 

Aún no recuerdo en que estaría pensando. Sigo sin dormir, y las noches se me hacen eternas. A veces me tomo pastillas, para descansar mínimamente unas cinco horas. Pero aun así, recuerdo su cara y me despierto inmediatamente. 

Ayer fui a su casa, donde viven sus padres, después de lo ocurrido. La madre no me puede ni ver (normal) y el padre, bueno él no sé cómo ni porqué pero él me ha perdonado, pero me tiene un poquito de rencor acumulado. Cuando entré por la puerta vi a Juan, el padre de Laura, meditando en la entrada, y más al fondo se veía una cabeza sobresaliendo por arriba del sofá. Era Lara, la madre de Laura. Ella estaba llorando, mirando fijamente la pantalla de la televisión, que permanecía apagada. Sin mirarme, ella me dijo “siéntate” y yo silenciosamente obedecí. Apretó “play” en el mando a distancia, y en la pantalla se proyectó un video, con música triste de fondo. 

-Ahí era tan solo una niña. Era feliz e inocente. ¡Mira eso! Fue su primer flotador, se lo regalo su padre- dijo ella mientras se le caía una lagrima por la mejilla. Atentamente escuchamos su voz, que salía del video. 

-Mira mami, papá me lo ha doblado y yo lo he guardado. ¡Mira mami! Mi flotador… ¡he guardado el flotador! Ambas reían en el video. Ese, era de su cumpleaños, cuando hacía seis añitos. 

Justo ese día empezó el diario que continuó escribiendo hasta el día de su muerte. Y por eso Lara le puso al diario de Laura “el flotador, mi gran apoyo”. Porque es lo único que queda de ella: el diario y el flotador, que permanece enganchado en la pared de su habitación. 

Inti Orozco, 2n B d’ESO