lunes, 30 de marzo de 2020

MI PRIMER COMENTARIO DE TEXTO

LA NATURALEZA NOS DA UNA LECCIÓN DE HUMILDAD CON EL CORONAVIRUS
Principalmente, el texto nos habla de la historia del padre de Odile Rodríguez de la Fuente, Félix, con el que “juntamente” escribieron un libro juntos. Félix era un hombre con una pasión e interés inigualable por la naturaleza, que descubrió de una manera bastante peculiar, el contacto visual con un lobo. Odile siempre había sido su hija favorita, ya que sus hermanas eran como unas muñequitas y ella ha heredado el encanto de su padre. Félix murió en Alaska, persiguiendo su sueño, ser trampero allí, en Alaska. Según su hija, su opinión sobre el coronavirus sería que al fin y al cabo, la naturaleza manda, y según Greta, se sentiría orgulloso de que las mentes jóvenes tuvieran esa conciencia sobre el mundo. El texto se puede diferenciar entre la introducción (una pequeña autobiografía de Odile), el título, un pequeño resumen y la entrevista de Odile.
Este texto es periodístico, ya que está hecho para la página de un periódico y Odile (la entrevistada) responde a una serie de preguntas hechas por el entrevistador. Podría ser dialogal ya que Odile y el entrevistador no mantienen una conversación fluida (simplemente es preguntar y responder). Podemos ver dos recursos estilísticos de manera bastante destacada al principio de la entrevista. El primero, la anáfora. Ésta pertenece al grupo de los recursos morfosintácticos. Consiste en la repetición de una o varias palabras al principio de varios versos o enunciados. Lo podemos encontrar en la pregunta de “¿qué ve al salir de su casa?”, repitiendo pájaros dos veces y haciendo que nos demos cuenta de que en la casa que vivían habían muchísimos pájaros y, además, volvemos a encontrar esta palabra en otros apartados del texto. Podemos encontrar otro recurso estilístico en la cuarta pregunta, en dónde Odile se refiere a sus hermanas como “barbies”. Esta es una hipérbole, una exageración, situada en el grupo de los recursos semánticos. Ella utiliza esta palabra para decir que sus hermanas eran relativamente perfectas. Tanto Odile como el entrevistador hablan de una manera sencilla, pero de manera formal. Podemos ver diferentes partes. El título está hecho de una manera específica para que nos llame la atención antes de leerlo, ya que habla del coronavirus (tema del que estamos todos preocupados). En el texto (o la entrevista) podemos diferenciar algunas partes. Al principio, Odile nos habla de cómo era vivir con su padre, su personalidad, sus gustos… Nos hace una idea de lo que quiere transmitir el texto. Por el centro, se habla un poco de los mensajes que hacía su padre hacia el mundo y que le contaba a su hija, de lo que podría haber llegado a ser, etc. Al final de la entrevista, se habla más de curiosidades o datos un poco más peculiares a los demás, y también la opinión que Félix hubiera tenido sobre el mundo actual respecto a la naturaleza. En el centro hay una introducción o resumen al libro que Odile tiene “con” su padre.
El autor nos quiere transmitir básicamente las opiniones de Félix, ya que le habrían resultado interesantes y también una buena manera de enseñarle al mundo los pensamientos que un hombre con conocimiento tenía respecto a la naturaleza en los tiempos que no teníamos tecnología. El autor parece haber escogido a la persona indicada para hacer esta entrevista, ya que sirve para reflexionar. El entrevistador habla de una manera bastante estudiada, para hacer las mejores preguntas y sacar la mejor información posible. A la vez, creo que las preguntas eran muy inteligentes, ya que, si de una respuesta no se ha sacado la información necesaria, el entrevistador le intenta preguntar más cosas sobre el tema a Odile de una manera que no sea muy “pesada”. Este texto me ha parecido muy interesante e incluso sorprendente. Al principio, pensaba que Odile simplemente estaba hablando de lo que recordaba de su difunto padre, pero en el momento que leí su interés por la naturaleza, me ha hecho reflexionar un poco. Parece que ahora, no hacemos nada por nuestro mundo, nos pensamos que todo está solucionado, pero no es así. Todo lo que tenemos está hecho a base de la naturaleza, y no hay nada, pero repito, NADA que nosotros hayamos creado de una manera que la naturaleza no nos haya aportado. Creo que ese hombre ya sabía lo que iba a pasar dentro de unos años, que el mundo cambiaría y, creo que intentaba hacer que la única hija que tenía interés por lo mismo que él, en el momento que creciera nos pudiera transmitir todo lo que pensaba a nosotros, los que menospreciamos lo que ya tenemos. Algunas personas, al leer esa entrevista, podrían haber pensado que tener contacto visual con un lobo sería una locura, que Félix se lo habría inventado, etc. Pero yo no opino lo mismo. Ese hombre tenía una mente abierta, no le importaba lo que los demás pensasen de él, y menos en esos tiempos, que nadie estaba pegado a su teléfono y parecía que nada estaba descubierto aún (ahora tampoco, pero antes incluso menos), y entonces la gente tenía una mente más extensa, disfrutaba de lo que tenía y perseguían sus sueños. Me hubiera gustado mucho conocer a alguien cómo Félix.
Ariadna Burillo
2do B ESO

martes, 24 de marzo de 2020

CÓMO VIVIMOS EL CORONAVIRUS LOS ADOLESCENTES

Si hubiera sabido la semana pasada que sería la última vez que veía a mis amigos hasta dentro de un tiempo muy largo, hubiera tenido actitudes diferentes. Los hubiera abrazado antes de irme, les hubiera dicho lo importante que son para mí e incluso  me hubiera quedado hasta el último minuto del día. 

Como bien sabéis, los adolescentes necesitamos quedar con nuestros amigos, verlos y mantener el contacto. Sinceramente, cuando empezó a escucharse por los medios de televisión esto de la pandemia yo pensaba que no sería para tanto, que en dos semanas se hablaría de otra cosa diferente y que para nada me iba a afectar a mí. 

En cambio, ahora que ya llevo una semana encerrada en casa sin saber cuántos días va a durar no me parece ninguna tontería. Comprendo que el sistema educativo no se puede parar y que todos los contenidos se tienen que dar por vía telemática, pero esto de recibir cada día faena nueva del colegio me agobia aún más. 

Me gustaría pensar que todo va a salir bien, que en poco tiempo podré salir con mis amigos y aunque parezca que no, estamos aprendiendo. Reconozco que antes me costaba abrazar a mis amigas, darle un beso a mi madre o incluso darle la mano a alguien. Además, siempre intento mirar el lado positivo de las cosas, y si todo esto que estamos viviendo lo hubiéramos vivido en verano aún hubiera sido peor.   

Antes de acabar me gustaría presentarme, soy Laura y tengo 13 años. Antes hacía tenis, pero prefiero no hablar de esto, porque también lo echo de menos. Pensamos que somos felices si tenemos de todo, pero a veces lo único que nos hace falta es un abrazo. Espero que todo vuelva a la normalidad pronto y pueda abrazar a mis amigas.

Martina Butiña
2do A ESO

CARTA A ROMEO

Querido Romeo,
Estuve recordando nuestras noches en aquel balcón, con los susurros de la brisa acariciando nuestros rostros, con el lento y agradable sonido de los árboles siendo agitados por una dócil corriente, escuchando la melodiosa harmonía del agua cayendo por un riachuelo direccionado a un estanque no muy lejano, repleto de preciosos animales que lo habitaban. Recordando como observábamos el levante cuando el sol despertaba.
Hecho de menos cantidades inmensas de estar contigo y poder hacer todo aquello, que hicimos de nuevo, hecho de menos sentir tu voz gruesa pero no brusca que me llamaba la mayoría de los días por aquel balcón. Mirarnos a los ojos fijamente y sentir ese hormigueo que me recorría desde el vientre hasta la punta de mis pies en paralelo a los tuyos, enfiarme en tu mirada, entendernos sin hablarnos, y frustrarnos por el tiempo traicionero, el culpable de que tuviéramos que despedirnos hasta el siguiente día. Estuve recordando, y me puse a escribir esta carta.
Siento que debo escribirte, porque este todo o nada me estaba llevando a la locura, durante este tiempo he podido recapacitar, he podido descifrar que me gustó tu forma de desvanecer mis tormentas, y ahora que no estas aquí, sé que necesito a alguien para sanar mis heridas, alguien para conocer, alguien que me sostenga, para sentirlo a mi lado sin que nada ni nadie se nos interponga por el camino.
Y por eso, me niego a fingir más, a sentirme atada a alguien que no le pertenezco, a sentirme esclavizada a ser algo que no soy ni seré nunca, porque quiero ser libre, y siento que contigo no lo era, seré tenaz en mis decisiones a partir de ahora.
Pero aún así me quedo con la incertidumbre de saber qué hubiera pasado si hubiésemos recorrido nuestro camino juntos. Siempre serás mi primer amor, mi primera espina clavada en el pecho.
Atm: Julieta
Katalina Campusano
2do A ESO

RECUÉRDAME

Estaba allí, estirada en la arena, notando como cada ola fresca del mar llegaba un poco más allá de mis rodillas, y se volvía hacia el mar. Estaba tumbada hacia arriba contemplando ese precioso cielo de verano al atardecer acompañado por unos pájaros que volaban a lo lejos, quién sabe dirigiéndose hacia dónde. 

Me medio levanté de tal forma que estaba sentada con las camas alargadas y con las manos detrás de mi espalda sujetándome para no tirarme atrás. Y me quedé durante un buen rato simplemente contemplando cómo una maravillosa y enorme esfera amarillenta se escondía detrás de ese mar de agua celeste. Cuando el sol se puso ya, me giré con la barriga en la arena y me volví a estirar mientras, a unos cincuenta metros, contemplaba la casa de la playa. 

Una casa con un color azulado veraniego hecha de madera y con un porche en el que mi abuelo, desde ya hacía horas, se había quedado dormido en una silla mientras se balanceaba suavemente. A través de un gran ventanal de cristal podía ver cómo mi madre se había instalado en la habitación de lectura con un café calentito y cómo se sumergía libro tras libro en esas "extrañas historias", como decía ella. La habitación de lectura estaba formada por un par de sillones y un sofá “vintage”, y al fondo,  unas grandes paredes con estanterías de madera llenas de libros. Aunque la casa de la playa no era demasiado grande, cuando entrabas en esa sala con estanterías tan altas, te daba la sensación de que sí era grande. 

Cuando estaba allí tumbada creo que me dormí, porque no recuerdo demasiadas cosas pero sí que estuve allí durante mucho tiempo. Cuando me desperté vi que debajo de unas enormes palmeras al lado de la casa había algo fuera de lo normal. Me acerqué y vi una cajita dorada bordada con flores preciosas y cristales muy bonitos.

La abrí. Costó un poco porque era bastante vieja, se veía que llevaba mucho tiempo allí sin que nadie le hiciera caso o sin que nadie la viera. Cuando la abrí vi una flor marchitada y muy seca con una nota pegada a su tallo que decía “para Laura”. Al lado de la florecita había doblado un papel arrugado y sucio. Lo abrí y lo leí mentalmente: 

“Tu pelo es fuego invernal, tu voz es un canto angelical, y cuando yo a ti te veo, no sé cómo explicarte lo que siento” Juan Miguel 

-... Juan Miguel....¿Juan Miguel?

Cogí la caja con la nota y fui corriendo hacia la casa de la playa en búsqueda de mi abuelo. 

-¡Abuelo, abuelo despierta!-Le dije sobresaltada y con curiosidad. 
-Ay, hola cariño,¿que quieres?-Me dijo medio dormido aún. 
-¿Reconoces esto?-Entonces le enseñé la nota y la cajita 
-Uau, sí. Hacía mucho tiempo que no veía eso. 
-¿Lo escribiste tu abuelo? le pregunté con aún más curiosidad 
-Sí, se lo escribí a tu abuela cuando nos conocimos- Me explicó- Fue hace mucho tiempo, cuando tu abuela y yo nos conocimos, de jóvenes, éramos muy buenos amigos. Un verano la invité a venir a la casa de la playa con mis padres, y los suyos claro, y aceptaron. Un día, durante un atardecer como éste le dediqué este poema, ya que desde que la conocí siempre me había gustado mucho. Me volvía loco su pelo pelirrojo precioso y su maravillosa voz al cantar. Entonces ella y yo decidimos enterrar eso allí para cuando fuéramos mayores , ir a desenterrarlo, pero antes de que eso pasase ella falleció, y nunca pudimos recuperarlo. 

Me alegro mucho de que lo hayas encontrado tu, Cristina. La verdad, espero que cuando seas mayor te puedas casar con un buen hombre y que os lleguéis a querer tanto como yo quise a tu abuela.

Me quedé un momento sin aliento, entonces lo abracé sin decir nada, y los dos empezamos a llorar.

Anna Cantín
2do B ESO


lunes, 23 de marzo de 2020

COLOR AVELLANA

Esa cerúlea inmensidad hacía que yo me sintiera más pequeña de lo que era. Solo pensaba en sus ojos color avellana, que me abandonaron hacía ya unos largos tres años. No lo podía soportar más, así que decidí ir donde la tierra se acababa. 

Cuando llegué, solo quería lanzar mi vida hacia la más profundidad azul, hasta que… Llegó. Una chica, joven, su pelo era de oro puro y ojos más negros que la noche, me alargó la mano para que yo la siguiese. Estaba confusa, pero al final acabé alargando yo también mi mano hasta la suya.

-¿Qué hace una dama tan hermosa en ese acantilado tan vertiginoso?- me preguntó. -No puedo soportar más esa gran pérdida…- le respondí, con los ojos a punto de estallar en lágrimas.

-Ven conmigo, si quieres. Te llevaré donde la tristeza no llegaría jamás - me respondió con una voz atenta y agradable. Esa voz dulce, me recordaba con gran tristeza, a mi quillotro, el chico que años atrás se separó de mí.

-Sólo quería deshacerme del dolor que lleva ya tres años matándome por dentro- cuando terminé esta frase, sin más dilación, me lancé al acantilado y el dolor desapareció para siempre.

La chica que intentó rescatarme de las manos del gran abismo, se quedó sin aliento. Más triste estaba ella ahora. Acababa de contemplar lo inevitable:  perder lo que te da energía. Habiendo pasado esa tortura, mi alma estaba más viva que nunca. Ese peso y ese dolor ya habían desaparecido. 

Volví a encontrarme con el chico de ojos avellana, mi más preciado tesoro...  sentía un amor inimaginable hacia él. Hablamos. Era muy extraño, nos observábamos mútuamente, sin necesidad alguna de esas esferas que te permiten hacerlo. Por una vez en esos tres crueles años, hallé el amor eterno y profundo.

Mar Fontàs
2do A ESO




EL REENCUENTRO

Ocurría en los años cuarenta, pasada ya la guerra civil, donde muchos perdieron a sus seros queridos. Era una primavera fría, los almendros florecían tarde debido que aún quedaban restos de nieve en los picos de las montañas. Me llamo Miguel, vivo alejado del pueblo, en una pequeña casa, con mi huerto del que me alimento de mis cosechas para poder vivir. 

Después de la guerra vinieron tiempos muy difíciles, y sobreviví como pude. Me angustiaba mucho recordar aquellos fatídicos días en que mi vida cambió por completo, alejándome de mis seres queridos y de Antoñín, mi amigo, mi compañero de juegos.

Una vez regresé a Sigüenza, mi bello pueblo, me causó un dolor de estómago sólo ver las puertas cerradas las casas que de pequeño le habían visto correr con su amigo Antoñín, esa calle empinada donde les dos habían hecho mil trastadas. Cerró los ojos y aún podía oír esos gritos de niños inocentes corriendo por esas calles de polvo.

Sólo necesitaba ese abrazo de consolación, sería la mejor medicina después de lo vivido durante esos días de guerra.

Anhelaba ver esos ojos azul añil, esa sonrisa, oír esa voz alegre y campechana.
Recorrí con los ojos cerrados esas calles, mis pasos cada vez eran más rápidos, por fin llegué. La casa estaba muy deteriorada pero no perdía la esperanza, llamé, esperé, volví a llamar, hasta que de pronto vi una silueta humana que andaba muy lentamente. Pude distinguir esos pasos que se arrastraban. Esos ojos no eran el azul, la sonrisa estaba apagada y la voz muy débil. 

Antoñín se percató de mi presencia, nos pudimos abrazar, tocarnos y decidimos no hablar de lo duro que fué nuestra separación durante la guerra. Decidimos volver a ser esos niños ya adultos de Sigüenza.

IGNASI PUIGMARTÍ
2do A ESO

NO QUIERO DESPERTAR

Cuando estoy con ella, parece que mis acciones están siendo guiadas por las estrellas, mientras mi mente escapa a un mundo que aún desconozco, en el que vuelvo a nacer. Mis pies me guían hacia el camino a la libertad y mis manos acarician la suave melena de esa extraordinaria criatura, que solamente está presente en mis sueños.
Tres años atrás, mi vida daba vueltas en círculos interminables. Parecía que cada día era el mismo que el anterior, sin sentido alguno, sin nada por lo que luchar. ¿Quién diría que ese muchacho admirado y querido por la gente que le rodeaba y apuesto cómo una rosa podría tener un vacío tan vasto en su interior? En una fría noche de invierno la conocí. 
Adentrado en un profundo sueño, solamente mostrando oscuridad, una sombra acarició mi rostro. Sentí como un pequeño escalofrío recorría todo mi cuerpo y, tentado por el misterio de la ocasión, me dejé guiar por ese dócil enigma. Me llevó a un bosque, lleno de las flores más bellas que mis ojos habían contemplado jamás. Al llegar a nuestro destino, ella se giró, y mis ojos se clavaron en los suyos. Tenían un color verde intenso y la clara luz de los rayos de sol recortados por los árboles mostraban unos pequeños destellos azules. Nos miramos mutuamente durante un par de segundos, y ella tomó la primera palabra. “Deberíamos presentarnos, ¿verdad?”. Me dijo su nombre. Se llamaba Ayla y me contó que su nombre significaba “luz de luna” en turco. Sus gestos me fascinaban. Se movía con una delicadez y elegancia admirable, y su largo vestido blanco bailaba al ritmo del viento. Después de unas horas que pasaron como minutos, una fuerte luz me despertó de esa fantasía. “Hasta pronto” me dijo, mostrando la sonrisa más sincera que una persona, si era el caso, podía mostrar. 
Desde ese día, Ayla ha seguido apareciendo en mis sueños. Un día, me llevó a ver un hermoso atardecer en la cima de una montaña, en la que le conté mis pesares: la escuela, la muerte de mi hermano menor, la presión que sostenían mis hombros en dar una buena impresión a la gente… Ella me comprendía. Ya me percaté de que ella solo era una ilusión que mi mente producía, pero me hacía sentir bien. Con ella, parecía que el mundo no daba vueltas. Al principio, me preguntaba cómo me podría haber enamorado de una persona inexistente, que tan solo era una metáfora que mi mente había creado, cómo una señal que no conseguía descifrar, pero a medida que los años pasaban, comprendí que tal vez, ella era mi refugio.
Tal vez, algún día te conoceré, te comprenderé e intentaremos entender esta peculiar forma en la que nuestros destinos se cruzaron. Tal vez eres mi destino, o puede ser que nunca te llegue a ver en el mundo real, y que sigas siendo un producto de mi imaginación. Si algún día ya no me acompañas en otra fantasía, recuerda que en mi corazón siempre habrá un hueco reservado sólo para la dulce muchacha de mis sueños.
Ariadna Burillo
2do A ESO